
El eterno debate argentino: ¿nadie se salva solo o estamos todos autodestruidos?
Opinión21/08/2025



Por Rodolfo Ceballos (*)
El cine argentino también es pendular. Va desde la frase célebre de El Eternauta, "Nadie se salva solo", hasta el Homo Argentum con sus 16 retratos de argentinos, reducidos negativamente al palo. Esta película, con éxito de taquilla, es el comentario actual. A muchos les gustará el film porque podrán sentirse el intérprete de una argentinidad ironizada y autodespedazada.
Con los mundiales de fútbol todos son árbitros, con los pronósticos electorales todos encuestólogos, con El Eternauta todos solidarios en las desgracias colectivas y, ahora con Homo Argentum, todos son psicólogos de los tipos fracasados y sin atributos que muestra la película.
Desde el paradigma de la psicología política el film contiene manifestaciones de la identidad política y la subjetividad social del argentino, moldeadas por la historia, las instituciones y los discursos políticos. Quedan a la vista no solo los vicios individuales, sino cómo la política y la cultura configuran personalidades que operan en un sistema de autosabotaje colectivo. La película es bien masoquista para el gusto del público argentino que de autoflagelación sabe muchísimo.
Es por eso que los personajes patéticos que están representados, entran en una galería de fetiches del mal, por sus contradicciones éticas, sus nulas virtudes y sus apegos a vivezas criollas, no corregidas y que abundan en la cultura argentina.
Para el oficialismo político, es tipología presentada, forma parte del llamado progresismo argentino, por lo tanto, la rechaza en nombre de la batalla cultural, que se propone terminar con el ser del Homo Argentum.
En la otra orilla de la platea argentina, están los que aplauden (hoy caracterizados como progresistas) la realización de El Eternauta. Toman al personaje principal cómo el militante de La causa solidaria argentina y también le reconocen que tiene fe en que la justicia social existe. Su andar épico por las calles de un Buenos Aires, invadido por el mal, es la antítesis del ciudadano cínico y frustrado de Homo Argentum.
Los espectadores que hagan una inmersión pesimista de lo que somos como argentinos, deben prepararse para recoger varios personajes que sacan ventaja personal de cualquier situación, burlando las normas sociales y legales. Conocemos que Argentina es un país al margen de la ley y que sus ciudadanos tienen baja estima y escasa confianza en sus instituciones. Es por eso que pueden prender las viñetas de Homo Argentum con algunos rostros nacionales puestos en modo de comedia negra neorrealista. Desfilan sin complejos el corrupto, el individualista moral, el estratega de la supervivencia en la hostilidad, el transgresor con sus actos de maldad, en fin, la hipocresía argentum. Son personajes que actúan de una manera en público y de otra muy distinta en privado.
El espectador, en fin, verá qué hace con el moldeado humano del film, ya que se le propone reflexionar sobre la subjetividad argentina muy enferma por sus vicios individuales y, al parecer, sin ningún "abordaje" psicológico que la resuelva.
(*) Periodista especializado en temas de psicología y salud mental


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