En Grand Bourg le sueltan la mano a la intendenta violenta: Ana Guerrero ya no tiene quién la cubra

Política11/12/2025Redacción El CaudilloRedacción El Caudillo
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La intendenta de General Enrique Mosconi, Ana Guerrero Palma, atraviesa el momento político más incómodo desde que llegó al cargo. Y esta vez no es por gestión, sino por sus propios escándalos: agresiones físicas, episodios de ira pública y un comportamiento que ni siquiera en Grand Bourg parecen dispuestos a seguir justificando.

Hasta hace unos meses, Guerrero Palma gozaba de un blindaje mediático privilegiado. Cualquier denuncia se diluía, los incidentes apenas llegaban a trascender y los medios cercanos al Gobierno provincial miraban para otro lado. Pero desde las elecciones —en las que su espacio quedó golpeado y sin aire político— ese escudo se rompió.

La prueba es clarísima. Un incidente menor, casi doméstico, terminó siendo noticia en todos los portales oficialistas, incluso en aquellos que antes se cuidaban de tocar a cualquier figura del saencismo. Y no solo eso, periodistas habitualmente alineados con Grand Bourg no dudaron en exponer el papelón, replicarlo y hasta editorializarlo.

Si antes había protección, hoy hay exposición. Si antes había silencio, hoy hay filtraciones. La orden está cantada: en Grand Bourg ya no van a gastar capital político en defenderla.

La intendenta viene acumulando episodios que cualquier dirigente, en cualquier otra localidad, difícilmente sobreviviría: Una denuncia por agresión física dentro de una clínica, amenazas; gritos y un estallido contra una empleada por un par de sandalias doradas; publicaciones descontroladas en redes sociales, ataques, victimización y un manejo comunicacional errático.

A esto se suman los paupérrimos resultados electorales del saencismo en Mosconi, donde no solo no logró imponer su fuerza sino que terminó siendo el escenario perfecto para el renacimiento del Partido de la Victoria, con el eterno Sergio “Oso” Leavy en lo más alto. El mensaje interno fue claro: si ella no garantiza votos, no hay razón para protegerla.

Hoy, la única banca —y eso siendo generosos— proviene de algún intendente vecino, que la respalda más por compromiso territorial que por convicción política. En el resto del arco oficialista, el silencio es total y la distancia, evidente. ¿Cuánto más puede resistir una intendenta que acumula escándalo tras escándalo mientras su propio espacio ya tomó distancia?

Mosconi, mientras tanto, sigue esperando gestión. Lo que recibe son episodios virales, tensiones y un liderazgo en caída libre que ya incomoda hasta a quienes alguna vez la aplaudieron.

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