
Un ACV cada 4 minutos: la lección que nos deja el caso de la “Locomotora” Oliveras
Interés General28/07/2025



Alejandra “Locomotora” Oliveras sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) que puso en pausa su vida hasta apagarla. Una campeona mundial, fuerte, activa, con hábitos saludables. Y aun así, le pasó. Su caso impactó a miles de argentinos, no solo por su popularidad, sino porque dejó algo muy claro: a cualquiera le puede pasar.
En Argentina, una persona sufre un ACV cada cuatro minutos. Más de 18.000 mueren al año, y decenas de miles más quedan con secuelas irreversibles. Es la primera causa de discapacidad y la segunda de muerte en el país. Y aunque parezca un rayo en cielo despejado, hay un dato que invita a cambiar la historia: el 80% de los ACV pueden prevenirse.
Qué es un ACV y cómo detectarlo
El ACV —también llamado ataque cerebral, stroke o ictus— puede presentarse como:
- Isquémico: por obstrucción de una arteria (el más común)
- Hemorrágico: por ruptura de un vaso sanguíneo.
- Subaracnoideo: una hemorragia entre el cerebro y el cráneo.
Lo más importante es detectar los síntomas a tiempo. Aprendete esta regla: las 5 C.
- Cabeza: dolor repentino e intenso
- Cuerpo: debilidad o parálisis en un lado
- Confusión: habla trabada o dificultad para entender
- Ceguera: visión borrosa o pérdida de la vista
- Caminata: problemas de equilibrio o coordinación
Un ACV puede presentarse en pleno gimnasio, en la casa o camino al trabajo, como le pasó a la Locomotora. Por eso, actuar rápido es clave: si pasan más de 4 horas y media desde que empezaron los síntomas, las posibilidades de revertir el daño disminuyen drásticamente.
¿Se puede prevenir?
Sí, y en la mayoría de los casos. Basta con cuidar la presión arterial, controlar la diabetes, evitar el tabaquismo y el alcohol, mantener una alimentación saludable y hacer ejercicio de forma regular. Incluso deportistas de alto rendimiento pueden tener factores de riesgo ocultos, como arritmias o problemas de coagulación.
¿Y después del ACV?
Si se trata de un ACV isquémico, hay tratamientos trombolíticos que pueden disolver el coágulo. Pero solo si se actúa a tiempo. Luego, la rehabilitación y el acompañamiento médico son claves para recuperar funciones motoras, del habla y cognitivas. Es un proceso largo, difícil, pero no imposible.
Casos como el de la “Locomotora” nos enfrentan con una verdad incómoda: la salud no siempre avisa con tiempo. Por eso, hay que aprender a reconocer los signos, conocer nuestros factores de riesgo y dejar de subestimar señales como un dolor de cabeza repentino, mareos o una dificultad para hablar. El ACV no discrimina. Pero informarse y actuar puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.


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