Compró un cochecito robado y la imputaron por encubrimiento. Alerta por quienes “alimentan” la inseguridad

El robo de un cochecito para bebé en barrio San Jorge, terminó con dos imputados: el ladrón… y la compradora. Y aunque muchos suelen mirar solo al que roba, este caso vuelve a poner sobre la mesa una verdad incómoda: sin compradores de cosas robadas, muchos robos simplemente no existirían.

El fiscal penal de Rosario de Lerma imputó a un hombre de 25 años por hurto simple, pero también a una mujer de 32 años por encubrimiento por receptación, una figura que no es un detalle menor: comprar objetos robados es delito y puede llevar a una persona común y corriente directo a un proceso penal.

El hecho ocurrió el 22 de noviembre, cuando un vecino dejó su camioneta estacionada con un cochecito, una parrilla metálica y una manta en el baúl. Al regresar, nada estaba allí. Las cámaras de seguridad del barrio captaron al sospechoso retirando el cochecito envuelto en una manta para disimularlo.

La Policía allanó la casa del hombre y recuperó prendas que lo vinculaban con el video. Pero el giro más importante apareció cuando los investigadores descubrieron el coche para bebé en manos de una vecina. No supo explicar su procedencia. No tenía factura. No tenía comprobante. Y el precio, claro, era demasiado bueno para ser verdad.

Resultado: imputada por encubrir un delito, un paso que muchos creen que “no les va a pasar”, hasta que pasa.

Quien compra objetos robados es tan responsable de la inseguridad como quien los roba. Porque cada vez que alguien paga por algo de origen dudoso, está financiando al delincuente, alentando futuros robos y poniendo en riesgo a toda la comunidad. La advertencia judicial fue clara: si no podés justificar de dónde salió lo que compraste, estás participando del delito.

Comprar robado no es una avivada. Es un delito. Y podés terminar imputado, detenido y con antecedentes. La inseguridad no se combate solo con más policías: se combate dejando de alimentar el mercado de lo robado.