Caso Jimena Salas: los fundamentos del fallo reavivan las dudas y dejan expuesta a la Justicia salteña

El Tribunal de Juicio dio a conocer los fundamentos de la sentencia dictada el 7 de noviembre por el femicidio de Jimena Beatriz Salas, y lejos de cerrar el caso, volvió a poner bajo la lupa a la Justicia salteña, que durante años sostuvo una investigación llena de baches, sospechas y señalados sociales que muchos siempre consideraron simples “perejiles”.

Los jueces José Luis Riera, Mónica Faber y Maximiliano Troyano confirmaron la responsabilidad de Javier Nicolás Saavedra como autor material del crimen, aunque lo sobreseyeron por su fallecimiento. Ese punto no generó demasiado ruido: la evidencia apuntaba contra él y la muerte lo sacó del proceso antes de enfrentar el juicio.

Lo verdaderamente alarmante está en lo que sigue. El Tribunal absolvió a Adrián Guillermo Saavedra y a Carlos Damián Saavedra por el beneficio de la duda, una frase que suena técnica pero que revive la idea que nunca dejó de sobrevolar el expediente: los Saavedra, durante años, cargaron con el peso de una acusación que gran parte de la sociedad siempre vio con desconfianza, como si el sistema judicial los hubiera tenido en la mira más por necesidad de mostrar resultados que por evidencia sólida.

La sentencia admite además que existió un segundo agresor, denominado “H2”, que participó activamente del ataque y cuya identidad sigue sin conocerse. Ocho años después del crimen, recién ahora se ordena al Ministerio Público Fiscal profundizar la búsqueda del segundo implicado, una confirmación que expone que la causa jamás estuvo resuelta y que hubo un enorme tiempo perdido mirando hacia otro lado.

La muerte de Jimena Salas ocurrió el 27 de enero de 2017 en barrio San Nicolás, Vaqueros. Desde aquel día, la investigación avanzó entre marchas y contramarchas, cambios de hipótesis, sospechosos que entraban y salían de escena, y un sistema judicial que nunca logró disipar la sensación de que estaba trabajando a tientas. La absolución de dos acusados que estuvieron en la mira durante años, sumada a la admisión tardía de un agresor aún sin identificar, deja a la Justicia salteña expuesta ante la crítica social.