Martín Del Frari: El saltimbanqui lustrabotas es casi seguro Defensor del Pueblo

Política28/08/2025Redacción El CaudilloRedacción El Caudillo
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La política salteña vuelve a ser escenario de maniobras sospechosas y jugadas poco transparentes. Martín Del Frari, un verdadero acróbata de la política local, renunció a su banca en el Concejo Deliberante para allanar su camino hacia un cargo que ya pareciera tener asegurado: Defensor del Pueblo.

La decisión encendió las alarmas. No solo porque la renuncia se da en plena postulación, sino porque expone, una vez más, las contradicciones de un dirigente que pasó de ser uno de los más acérrimos críticos de Gustavo Sáenz a convertirse en su más entusiasta lustrabotas. En política, los cambios de postura pueden ser entendidos como estrategia; en Del Frari, ya parecen ser parte de su ADN.

El cargo al que aspira no exige ser abogado, lo que abre aún más el abanico de sospechas: ¿qué idoneidad tiene alguien que fue mutando de camiseta en camiseta con tal de asegurarse una silla en el poder? Su historial político es un museo de incoherencias: ayer kirchnerista furioso, hoy devoto saencista. El “cambio de piel” fue tan brusco que resulta difícil imaginarlo como garante de imparcialidad frente a los gobiernos de turno.

En la sesión donde se trató su renuncia, la concejal Agustina Álvarez del PRO fue clara: aceptar la salida de Del Frari de ninguna manera significa avalar su postulación. Y es que el problema no es la renuncia en sí, sino la trastienda que la rodea. Presentarse como candidato sin resolver antes esa incompatibilidad es, como mínimo, un gesto de oportunismo calculado.

Las dudas son inevitables: ¿puede alguien que aplaude sin reservas al gobierno provincial y municipal convertirse en defensor de los ciudadanos frente a esos mismos gobiernos? La respuesta parece obvia, pero en la Salta política las obviedades no pesan tanto como los pactos y los acuerdos cerrados entre pasillos.

Mientras tanto, Del Frari sonríe, se acomoda el traje y se prepara para asumir un cargo que debería ser sinónimo de independencia y control ciudadano, pero que, en sus manos, amenaza con ser otro premio a la obediencia política.

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