Pabellón "D" bajo sospecha: un lugar demasiado seguro para un “suicidio” como el de Saavedra

El deceso de uno de los hermanos Saavedra (hay dos nombres dando vueltas), imputados por el crimen de Jimena Salas, vuelve a poner la lupa sobre un lugar muy particular: el Pabellón D de la Alcaidía Judicial de Salta, donde fue hallado sin vida.

Este sector no es un pabellón común. Conocido internamente como el pabellón de “buena conducta”, allí se alojan miembros de las fuerzas de seguridad, familiares de policías, penitenciarios o magistrados, además de algunos abusadores sexuales. Es, en los hechos, un espacio privilegiado dentro del penal.

En contraste con los pabellones A, B y C —donde reina el hacinamiento y los internos pasan la mayor parte del tiempo encerrados en celdas abarrotadas—, el Pabellón D ofrece comodidades y libertades poco habituales en el sistema penitenciario salteño: televisores comunitarios, celdas menos pobladas y, sobre todo, pasillos abiertos gran parte del día.

Las celdas son de dos tipos: semi individuales (dos camas), también llamadas “ratoneras”, donde suelen estar quienes cumplen sanciones o realizan huelgas de hambre, y las otras un tanto más comunitarias en donde ingresan entre 4 y 6 cuchetas (camas dobles) amuradas al suelo. En el caso de la primer tipo de celda, los internos están a contraturno respecto al resto del pabellón, pero cuentan con baño propio en la celda.

El punto central es que, en cualquiera de las dos modalidades, los internos nunca están en una soledad absoluta. Siempre hay circulación de personas, contacto visual o controles de guardias. Incluso los baños colectivos no ofrecen un lugar posible para colgarse.

Además, la Alcaidía tiene un régimen de control más severo que la Unidad Carcelaria de Villa Las Rosas: sin talleres donde obtener sogas o elementos punzocortantes, con visitas restringidas a una comunicación telefónica con un policarbonato de por medio, y con requisas constantes.

En este contexto, la pregunta es inevitable: ¿cómo pudo un imputado de alto perfil aparecer ahorcado en el pabellón más “seguro” de la Alcaidía, donde todos se ven y nadie debería estar solo?

El Pabellón D, pensado como un espacio de custodia especial y bajo contacto constante, se convierte hoy en el escenario de un hecho que lejos de cerrar heridas, abre una tormenta de dudas.