Terminal inaugurada, pero fantasma: el circo político de Dib Ashur y Rosso en Güemes

El 14 de agosto fue presentado con bombos y platillos como “el día histórico” para la ciudad de General Güemes: después de años de idas y vueltas, finalmente se inauguraba la tan esperada Terminal de Ómnibus. En el acto estuvieron el gobernador Gustavo Sáenz, el ministro de Economía, Roberto Dib Ashur, el intendente Carlos “Ketty” Rosso y una comitiva de funcionarios, con medios provinciales, alfombra roja, banda de música de la Policía e invitados especiales. Todo un espectáculo político.

Sin embargo, a una semana de aquella foto triunfal, la realidad golpea con crudeza: la terminal es un edificio fantasma. Desde el 14 de agosto hasta hoy, viernes 22, la desopilante suma de cero colectivos ingresó a las flamantes plataformas. Ni Flecha Bus, ni La Veloz del Norte, ni Balut ni ninguna de las empresas que operan en la ciudad utilizaron la infraestructura que costó años de espera y millones de pesos en fondos nacionales y provinciales.

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La puesta en escena fue solo eso: un decorado para la foto. Los ómnibus de larga distancia siguen operando como antes, en condiciones precarias y provisorias, mientras la “nueva terminal” permanece como un cascarón vacío. Apenas algunas unidades del servicio urbano se animaron a entrar, a modo de parada de prueba.

La postal de Rosso y Dib Ashur cortando cintas y sonriendo para los flashes fue más rápida que el arribo de los colectivos, que brillan por su ausencia. Mucho circo, cero soluciones. Una vez más, la política salteña se consagra en su deporte favorito: vender humo con obras inconclusas, disfrazadas de hitos históricos, mientras los ciudadanos siguen esperando que las cosas funcionen de verdad.

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La terminal de Güemes, por ahora, es el mejor ejemplo de la brecha entre la foto oficial y la realidad cotidiana. Un edificio fantasma, inaugurado para alimentar egos políticos, pero inútil para la gente.