
Intento de asesinato a un precandidato a presidente por Colombia: Un atentado que revive historias trágicas
Noticias08/06/2025



El reciente atentado contra Miguel Uribe Turbay, un precandidato presidencial del Centro Democrático, ha impactado profundamente a Colombia, generando un eco de recuerdos dolorosos. El incidente, ocurrido en un barrio de clase media en Bogotá, no solo ha provocado un llamado a la unidad nacional, sino que también ha rememorado el oscuro legado del magnicidio en la historia política del país. Este evento remite a la trágica muerte de Luis Carlos Galán en 1989, cuando la violencia política se convirtió en una oscura realidad en el proceso electoral.
Los detalles del ataque contra Uribe, al que un sicario de solo 15 años disparó, aún son inciertos. El alimentador de tensiones en la política colombiana se intensifica mientras las elecciones se aproximan, y la campaña electoral apenas comienza. Hay un sentido palpable de inquietud; las reacciones rápidas de los líderes políticos han subrayado la necesidad de una investigación exhaustiva y una respuesta unificada ante la crisis. Este atentado ha reabierto viejas heridas de una guerra civil no declarada, que llevó al asesinato de tres candidatos presidenciales en la elección de 1990.
El eco de la historia se repite con dolorosa insistencia. En 1989, la muerte de Galán, carismático candidato del Partido Liberal, resonó en todo el país, marcas un hito en el conflicto entre conservadores y liberales, catalizando una ola de violencia que desbordó el ámbito político. El panorama se oscureció aún más cuando, en marzo de 1990, Bernardo Jaramillo, líder de la Unión Patriótica, fue asesinado, junto con otros candidatos como Carlos Pizarro y Jaime Pardo Leal. Cada uno de estos casos se convirtió en un recordatorio sombrío de la fragilidad de la democracia colombiana.
Colombia ha vivido ciclos de violencia que han dejado un rastro de muerte y dolor. La lucha contra el narcotráfico y la violencia guerrillera siguen presentes en la vida cotidiana del país, afectando a generaciones. Esta nueva ola de violencia está en el centro del debate político actual, alimentado por la polarización existente entre el Gobierno y la oposición. La figura del candidato Miguel Uribe, y el legado de su familia, relacionada con la tragedia de su madre, Diana Turbay, añade una dimensión aún más personal a la crisis que enfrenta Colombia nuevamente.
La historia parece cíclica, y no son pocos quienes evocan el miedo de que la repetición de actos violentos marque el camino de la política colombiana. María José Pizarro, senadora e hija del candidato asesinado, ha expresado su temor de que la historia se repita, subrayando la importancia de la memoria como herramienta para prevenir un nuevo ciclo de violencia política.
A medida que los acontecimientos se desarrollan, el futuro de la política en Colombia pende de un hilo, y el país observa expectante si este atentado es el comienzo de un nuevo periodo de desestabilización o si, por el contrario, se podrá encontrar un camino hacia la paz y la convivencia democrática.


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